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Érase una vez en Anatolia: Thriller y drama con paisaje turco.

Érase una vez en Anatolia: Thriller y drama con paisaje turco.

Con dos años de retraso, llega la película que ganó hace dos años en el Festival de Cannes el Premio Especial del Jurado.

En el fragmentado mapa del cine europeo (en el que incluyo el realizado por Turquía) hay algunos temas recurrentes que de algún modo nos explican mejor quiénes somos. Resulta estimulante que encontremos el rastro de estos temas en cineastas distintos, al corfirman que existen las mismas sensibilidades en ambientes dispares. Por ejemplo, en la película se da el acercamiento al thriller y a paisaje, antes visto, por el western; pero se hace eso sin perder la autenticidad que ha trasmitido su cine.

En el film, un asesinato y la posterior búsqueda del cuerpo aparece en el planteamiento inicial, aunque no vayan a llevarse a engaños esta no es un film sobre la investigación de un asesinato. A lo largo del metraje, un grupo policial acompaña al presunto asesino que, al parecer, no recuerdo dónde enterró el cadáver de su víctima. Pero el cineasta turco abandona la atención de los policías y el fiscal, para centrarse en profundizar los traumas de unos personajes perdidos en la rutina. No estamos ante una película que sigue los patrones comerciales de Hollywood, sino nos adentramos al género desde la mano del cine de autor. Más que a Seven (por citar un título destacado, conocido por todos) se acerca mucho más a la adaptación que el húngaro Bela Tarr realizó de una historia de George Simenon "El hombre de Londres", a pesar de las grandes diferencias entre ambas. En sus películas, encontramos unos escenarios urbanos, el peso de la clase obreras, mientras que a nivel estético, el predominio del blanco y negro, unos encuadres forzados, un uso abrupto del montaje y unas larguísimas secuencias que mantienen la profundiad dramática de los personajes.

                      

Un asesinato, alma de western, road movie y drama.

La película cuenta con todos estos elementos enunciados. El título remite al género del Oeste, con esa referencia de Érase una vez el Oeste de Sergio Leone y lo cierto es que se da una importancia del paisaje en la historia y en sus personajes.

-¿A quién?

-A Melquiades Estrada, gringo hijo de puta. Tú le mataste, ahora, desentiérrale.

La película puede recordar a ese film, escrito por Guillermo Arriaga, de Los tres entierros de Melquiades Estrada, pero lo interesante del largometraje del turco Nuri Bilge Ceylan, termina siendo los recovecos del melodrama y la tragedia. El final es muy interesante, en esta línea: "Los niños pagan por los pecados de los adultos", dirá el Doctor Ceman (el personaje principal) cuando vea alejarse a la mujer y al hijo de la víctima. Sobre todo porque son muchos los personajes que sufren el drama paralelo a la historia central: el hijo enfermo del oficial de policía o la mujer del fiscal que se suicidó tras conocer la infidelidad de su marido.

                                      

                        

                         

Nuri Bilge Ceylan y Ebru Ceylan.

Al hablar de esta película sería necesario referirnos a su principal colaborador, su esposa,  Ebru Ceylan, quien co-escribe el guión del largometraje. Ella está presente en su filmografía, desde que participara con un breve papel en El lejano; más tarde, co-protagonizaron Climas, un drama romántico que contaba con aspectos reales de la pareja. Pero más importancia tendría el estilo visual, presente en aquellas películas y en el resto de su filmografía, sobre todo observando un pasado común como fotógrafos. De hecho, el paisaje turco destacaban en sus instantáneas como en sus películas. Pronto, empezaron a interesarse por elementos criminales y los dramas subyacentes de este tipo de tramas.

-Si alguien descubre el accidente en las vísperas de las elecciones, estoy perdido.


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