
"No creo que ninguna palabra puede explicar la vida de un hombre", dice uno de los personajes que fueron investigando sobre “Rosebud” y que al final se dio cita en el almacén de tesoros dejados por Charles Foster Kane. Entonces nos encontramos con la famosa serie de planos que conducen a ese "Rosebud" escrito en el trineo, arrojado a un horno y cuya pintura se encrespa con las llamas. Recordamos que este era el trineo de la infancia de Kane, tomado en el mismo instante en que fue arrancado de su familia y enviado al este a un internado.
Todos sabemos ahora que la palabra la tomó prestada Welles de la actriz Marion Davies, amante del poderoso magnate Randolph Hearst, a quien Ciudadano Kane dedica una ácida crítica. De esta forma tan particular, llamaba Hearst las partes eróticas de la mujer. Pero Rosebud representa – en la película- la seguridad, la esperanza y la inocencia de la infancia. Es el halcón maltés de la película de John Huston; el Arca de la Alianza, que buscó Indiana Jones; el leopardo de la cima del Kilimanjaro, en busca de no se sabe qué; el hueso lanzado al aire en "2001". Es el anhelo después de la transitoriedad que los adultos aprenden a reprimir. "Tal vez Rosebud era algo que no podía conseguir, o algo que perdió", dice Thompson, el reportero asignado para descubrir el rompecabezas de la palabra, tras la muerte de Kane. "De todos modos, no tendría nada explicar."
El que ha visto "Ciudadano Kane" sabe que el trineo no es la respuesta. Explica qué es Rosebud, la felicidad de la infancia, la añoranza de unos tiempos que perderá cuando se hizo rico. Pues su inmensa fortuna no le hará recuperar la felicidad de sus años de niño.
La estructura de la película muestra de qué forma nuestras vidas, después de que nos hayamos ido, sólo sobrevivimos en la memoria de los demás. Pero hay aspectos que nos llaman más la atención, como el hecho de que el único Oscar que se llevase la película fuese el del guión, sobre todo cuando éste se sostiene sobre un truco muy tramposo. Un recurso que es toda una trampa porque cuando pronuncia esa palabra no hay nadie más en la habitación, un rompecabezas que se irá organizando a través de un truco cinematográfico. Un recurso que recuerda al posterior Hihtcock con el llamado McGuffin. Hithcock contaba siempre con un punto para arrancar una historia pero la diferencia es que el cineasta británico tenía la habilidad suficiente como para envolver ese recurso en la historia.
Un juego de artificio narrativo que Welles dedica al espectador. Es verdad que en la historia no se llega a descubrir el sentido de Rosbeud, pero el espectador sí llega a conocer cuál era el significado de Rosbeud, que aparece escrita en el trineo que queman al final de la película. Detalle que nos lleva justamente al comienzo para un broche circular sobre el personaje de Ciudadano Kane. Su adorado John Ford remataría una de sus películas más sobresalientes con esta misma idea, Centauros del desierto, cuando en su clímax se vuelve al comienzo, con esa puerta que se abre y se cierra, con el personaje de John Wayne fuera de la historia.
La infancia perdida de Monty Bunks, en Los Simpson, aparece como un guiño a Ciudadano Kane.
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